Habia una vez

Porque todo empieza con esas tres palabras, al menos todo lo que suponemos que tendrá un final feliz, ¿pero, acaso no huimos de los finales, sean estos tristes o felices?, ¿no está nuestra vida marcada por la ambición, el deseo de superación y la búsqueda de rebasar todas las barreras que se nos presenten? La simple palabra final, nos aterra, nos limita y cohíbe. Cuando final, tan solo es otro sinónimo para muerte.

Estas palabras pasaban por su mente mientras releía cada una de las palabras a medida que estas aparecían en su monitor, regresando más de una vez sobre sus pasos buscando la mejor frase para expresar sus ideas; pero aun así, su ritmo era vertiginoso como si las palabras fueran una cascada que intentaba organizar de golpe en su caída.

La luz del monitor que golpeaba sus ojos y servía como única luz de la habitación, y en la penumbra podía observarse la silueta de un gato ronroneando perezosamente sobre la cama, en medio de esta soledad comienza su historia, que tiene como música de fondo está el tamborilear de sus dedos sobres las teclas y como guión un puñado de recuerdos y sueños ennegrecidos por tabaco y cervezas, una historia tan descabellada, que no puede ser más que cierta.

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